Anarcosindicalista blog que revierte en sumidero de églogas entre el 15/11/2005 y el 21/02/2006 desde el piso C3.2 de la rue de constitution, 1030 BRUXELLES.

jueves, enero 12, 2006

Si en vez de cigarra dices cigarro...

Qué pasa chavales? Ya es hora de que empiece a escribir de nuevo. La verdad que tiempo no me ha faltado ni ganas, pero es que te pones a leer, a tocarte los cojones un rato, a hablar por el msm y a tomar por culo...

Puesta a punto: Estas Navidades han sido extrañamente lejanas para mí, no sólo por la distancia sino también por los kilómetros, el gasto de combustible, el desgaste de los neumáticos, el coste del billete y las viandas para el camino. Eso sí, a mis padres y mi hermano y Andrea no les importó una mierda y vinieron en mi busca. Estoy empezando a creerme un maldito vago de mierda (¡ni siquiera vuelvo a casa por Navidad, ella vuelve a mí!) y lo peor es que nada indica que no pueda estar en lo cierto, jeje.

Andrea y yo estábamos en la Grand Place a eso de las 0:00 del 1 de Enero de 2006, es decir, mi 25 cumpleaños, al que algunos (los más) llaman Nochevieja. En fín que los belgas, tan majetes ellos, estaban todos ahí para felicitarme (aunque ninguno se me acercó exprésamente a decírmelo, lo sé porque eso se siente) y ahí estaban todos borrachos como gilipollas mirando los fuegos artificiales que resulta que eran en otro lado. Cuando me daba la vuelta todos me miraban y se hacían señas, pero cuando me volvía seguían como si nada. Algunos estaban bailando por ahí con tambores y esas cosas cantando el cumpleaños feliz a su manera, con saltos y brincos y gritos pelaos ininteligibles y yo qué sé qué. Con sus cervecitas y sus cosas, como si nada.

Luego nos fuimos a tomar algo a Saint Gery, que es una especie de Huertas/Lavapies en pleno centro de Bruselas (que es como decir en los alrededores) y nos tomamos unos cócteles. Me tuvo que invitar Andrea porque los putos belgas son unos agarraos y ni Dios se ofreció a invitarme, sólo acertaban a decir algunas palabras en uno u otro idioma ininteligible (los belgas-bruselianos hablan dos idiomas inframundos: el francés y el flamenco, que es como el holandés según me han explicado pero sin el como). Y por supuesto no iba a invitar yo, era mi cumpleaños. En refinitiva que nos volvimos sobre las tres de la mañana sin beber demasiado y sin ver vomitar en la calle, cosa harto extraña dada la fecha del año, sin colegas borrachos y sin cicatrices de guerra en forma de manchas insalvables, con un ligero cosquilleo en la cabeza y sin resaca del día siguiente (que dicho sea de paso también es mi cumpleaños). Les dejamos ahí a los pobrecitos para que se perdieran y degeneraran sus cuerpos, que disfrutaran de los futiles placeres de una vida descomedida que bien les irán a pasar factura dentro de ochenta años cuando las piernas les flaquéen y les cueste respirar. Incautos.

Acaece que en volviendo a casita como ya dijere nos encontraremos con el primerere atasco serio vislumbrado en las Bruselas durante esta mi corta estancia en la flandesca urbe; en Anspart, que es por así decirlo como la Gran Vía pero sin cuesta, los coches se arremolinaban entre sí, haciendo aspavientos sus conductores con amplias señales de impaciencia mezclada con incontenibles muestras de alegría e hilaridad -motivada sin duda alguna por la ingente ingesta de jugo cebadil- que hacían cantar y gritar frases de no poca ironía y gracia en los susodichos idiomas mencionados que en estas tierras sirven para comunicarse dada la incapacidad de las gentes para hablar el universalmente reconocido y admirado por su franqueza, versatilidad y carisma, lenguaje del Español. Y engrabando (otros dirían enfilmando) algún documento audiovisual que diera fe de lo aquí acontecido, he de decir que de pronto cercioréme de una cosa, que resultó ser cosa importante dada la situación de regocijo interior anteriormente descrita en que me encontraba: Todos estaban en otra fiesta en la que yo no estaba. No me importó lo más mínimo; yo no estaba solo en mi fiesta privada, pues no soy yo el único que hablar lo que es hablar, sólo habla bien el español idioma. Y nos fuimos contentos de sabernos diferentes y ajenos a todo lo que nuestros pies pisaban, nuestros oídos oían y nuestros ojos veían.



"La realidad para el que la trabaja"
Consigna neocomunista reinventada ahora mismito.